Esto, aquello y lo otro. Coctel de historia, derecho y literatura / Rivera Rivera
El límite para crear un cóctel es la imaginación. Tom Bulleit, obsesionado por lograr un bourbon radicalmente diferente, abandonó su bufete de abogados presto a rescatar la endiablada recete de su tatarabuelo paterno. No menos audaces fueron aquellas señoritas que durante la ley seca mezclaron hierbas y alcoholes en improvisados alambiques para combatir el tedio de la Prohibición. Aqui, valiéndose de su propia fórmula, un profesor abstemio tonifica la aridez jurídica remojándola en espíritus destilados, y lo hace sabiendo el peligro que advierte la primera regla de la alquimia: dos shots de aguardiente bastan para que el agua 'e piringa se convierta en coctel molotov. Por supuesto, a la hora de catar tanto juega el paladar del lector como el aguante del bebedor. Mal puede presumir de gaznate de cosaco quien no tiene hígado de inquisidor.