(Narraciones)
Hete aquí -como decían los autores clásicos de tiempos literarios mejores- que, Israel Roldán González, después de su riguroso estudio La visita del almirante Cristóbal Colón a Borikén (2022), se lanza al “proceloso mar” de la narrativa. La nave es, ahora, ¿Los abogados van al cielo? Y, desde el mismo título, ya se transparenta la grave preocupación religiosa, que trasciende epígrafes y percola hasta la extensa presencia relatora de sus cinco experiencias, como abogado, que recoge en este tomo.
El lector, podrá verificar, esta constante de la fe, en la inclusión frecuente de las oraciones o los rezos presbiterianos y católicos, encarnados, con abundancia, en distintos pasajes de los textos, que revelan el palpitar de consideraciones como la avaricia y la envidia. Por algo se ha dicho que […] “el cristianismo está en el fondo del catolicismo y la religión en el fondo de la moral.” Y, todo, seguramente, parte de lo que se ha llamado leyenda bíblica. Se observa, también, el empleo de la oratoria fúnebre y legal, en la relatística de Israel, que entronca con el decir didáctico de populares raíces medievales. En estas ocasiones, aflora la extensa experiencia del autor, en sus prácticas como decidido creyente cristiano, conocedor personal de la política y curtido ejecutante del Derecho.
Es claro que, en cada una de las situaciones recordadas, es obvia la intención aleccionadora de base religiosa. Israel se aleja de las intenciones de rutas fabuladoras. Por el contrario, no muestra reparos en insistir en sus propósitos pedagógicos. Con decidida voz, que expresa, expone los asuntos, sin intentar ficcionalizar lo dicho. Por consiguiente, su norte es plantear, con la veracidad posible, sin inventar o poetizar el material que trabaja.
No obstante, ello no le impide evocar, en «La Historia de la “N”», un claro trasunto de la invención de Caín y Abel, en la relación de sus dos amigos, que inicia la obra. Amor, amistad, y valores afines, tienen su espacio, en la construcción de Israel, que se hunde en la elaboración de la patria aguadillana, dentro de las proyecciones del Libro, así como la muy constante y seria preocupación unamuniana por las históricas consecuencias españolas de su tiempo, que el vasco sabio identificaba con el cainismo.
Permea, pues, un sabor de nostalgia en el enfoque de Roldán González. Y, llama la atención, que descuelle un ámbito de clara holgura económica, entre los personajes de relieve; por lo menos, en el primer caso antes dicho. Sin embargo, no están, del todo ausentes, los tipos populares que adornan esta hilación. Ellos nos remiten a la intencionada plasmación artística del costumbrismo, afín con el quehacer del Romanticismo y el Realismo español e hispanoamericano, que tiene, en Puerto Rico, una respetable tradición; por lo menos, desde Manuel A. Alonso y Pacheco. En nuestro pueblo, Israel comparte esta labor, en prosa, con creadores como Luis Raúl Esteves y Néstor A. Rodríguez Escudero.
En fin, la realidad de algunos cierres de Roldán González, concluyen con una especie de terminación algo sorpresiva, que enlaza con nuestro Humberto Padró. Éste, a su vez, viene de la descendencia ilustre de Guy de Maupassant.
-Jorge María Ruscalleda Bercedóniz-