Esto es un desafío al orden establecido, una invitación a transgredir, a romper el cerco. Son historias ordinarias y cotidianas, de amores y desamores, de partidas y de llegadas, de encuentros y desencuentros, del prójimo y del próximo, de muertos y vivos, de locos y cuerdos, de desacuerdos, de un país en cantos y del desencanto, de las visitas al baño y de la oveja negra que perdió el rebaño, del macharrán y del sacristán, del bien y el mal, de los excesos, y del poco seso, de mis desvelos y de un poco de eso.
También trata de vidas sedentarias y rutinarias, de familias enteras comiendo pizza después de la misa, de los hermanos atalayas tocando a mi puerta un domingo, de los uniformes escolares y militares, de las flores que se esperan el catorce de febrero, de los rituales, del día de las madres en Denny’s, del peleador de lucha libre enseñando su masculinidad detrás de un traje de baño diminuto, del policía prepotente que le mira el culo a la detenida, de los religiosos que prometen la vida eterna a cambio de una donación sustanciosa, de las comidas enlatadas y del corn beef, del refresco que perdió su gas, del baño sin papel, de la escuela sin libros, del marido infiel que regala flores, del hombre que bebe, se agarra los huevos y escupe el piso, de los códigos y de las ordenanzas, de los borrachones con panza, en fin, historias de todo lo que soy y no soy… y por supuesto, de mi vida, la que se pasea entre el orden y el caos, la formalidad y la anarquía, la risa y el llanto, el baile sudoroso y pachanguero, y una reunión aburrida de corbatas.