La preocupación que en la comunidad internacional despierta el tráfico de drogas y la delincuencia
conexa quedó de manifiesto en la Convención de Naciones Unidas contra el tráfico ilícito de
estupefacientes y sustancias psicotrópicas, firmada en Viena el 20 de diciembre de 1988 y, más
recientemente, en la Convención de Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional, de
15 de noviembre de 2000. Ambos textos, de marcada tendencia prohibicionista, han condicionado la
legislación penal de los distintos ordenamientos jurídicos pero, lejos de conseguir los objetivos
propuestos, esta política criminal centrada casi exclusivamente en la represión, ha provocado otros
efectos indeseados y no pocos problemas interpretativos. Los trabajos que se recogen en esta obra
colectiva evidencian algunos de ellos y constituyen importantes argumentos para mostrar la necesidad de
buscar un nuevo enfoque con el que hacer frente a tan grave problemática.